EL ADIOS A MARIO LLERAL (Para María, Pirucha, Graciela, Sebastián, Valeria, Luciano y Paz)

De pronto me acordé cuando la esquina aún era adoquinada.
Me pasé varias tardes sentado en la parecita que dejaba la vidriera, tanto por Eliçagaray como por Sarmiento. Fueron sacando una a una cada piedra y al final lo asfaltaron todo. Ya se había ido “ La Paris vieja” pero aun faltaba otra modificación, otra “vuelta” que el incansable Mario le iba a dar. Claro que después nos quedamos todos cortos y el nos sorprendió con el Hotel. Sueño de toda la familia. Imaginado por Antonio, por Lolo, El Negro y Julio. Y... el pudo. El pudo con todo. Como va a poder con esto también. Porque aquel que ha trabajado , que ha sabido asimilar lo que sus mayores le dejaron y ha dejado a su vez otra generación deshaciendo el mismo, laborioso, consecuente y transparente camino, puede con el olvido. Y cuando uno le gana al olvido, es sencillamente porque ha podido con todo. Además, nadie se va a imaginar que se fue. Vamos a buscarlo en la fábrica de soda, en el fogón. ¡¡¡ Fijáte en el sótano !!! O si no recorriendo alguna habitación, fijándose si están las toallas en los baños. Si no está ahí, está en el patio. O mejor... fue a buscar las medialunas. Pero no se fue, quedáte tranquilo que ya vuelve, siempre va a estar volviendo. Como cada prócer que pisó esa esquina. Y si no me creés... sentáte cualquier día de estos en la mesa al lado de la esquina. O acodate en el mostrador al lado de la caja. Quedate un ratito esperando. ¿Tomas con azúcar vos?